Una cosa es la prensa, su afán morboso y sensacionalista en pos de ganar y lucrar más;
otra cosa son los "pecados" que acarreamos algunos...
Otra, es la responsabilidad de un estado de ser consecuente con sus dichos.
Una inmensa pena me embarga cuando imagino una muerte así.
He estado muy cerca del mundo de la cárcel, así como en el de los drogadictos, los cumas, los inconscientes, las prostitutas y los facistas, todos humanos con mayores o menores "limitaciones" ante la vida y la sociedad. De la muerte de ninguno, de esta manera y en estas circunstancias, me alegraría.
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