Palabras del corazón.

["ALMENDRA"]

Bueno... entonces un libro de realidad melacólica... Por ejemplo los cuentos del Libro cuentos del alma, no son entretenidos precisamente, son de esos cuentos con moraleja.

[FOREVER DRAGON]

Mi pequeño Vecino…

Creo que ver a un niño sufriendo, ya sea por una herida por una caída, u otro motivo; es una de las cosas que mas me estremece…oír el llanto desgarrador de un pequeño pidiendo ayuda…es algo que realmente me llega…
Una situación de esta naturaleza viví hace poco, la que me hizo meditar…sobre lo que decimos a diario delante de cualquier niño; cosas simples que para un pequeño pueden ser ley…debemos tener cuidado, pues los niños en su infinito mundo de fantasías pueden entender diferente…

Eran como las tres de la tarde de un día sábado, me prestaba a encender un cigarrillo en el patio trasero de mi casa, ritual que sigo por años después del almuerzo…generalmente fuera de la casa…respetando el espacio de mis hijos pequeños… bueno, en realidad escondido de uno de mis hijos, ya que cada vez que este siente olor a cigarro, me da un sermón digno de un filósofo, ambientalista y médico a la vez; a veces me pregunto: ¿cómo un hijo mío resultó ser tan crítico?, si tan sólo tiene 8 años…yo lo llamo “Viejo chico”; Bastián es su nombre y es todo un caso.
Encendí el cigarrillo, la primera bocanada fue larga, casi como un suspiro para adentro; era increíble el silencio que sentía, no se escuchaban conversaciones, trinos de pájaros, ni música; sólo murmullos a lo lejos que no podría describir…parecía un presagio de lo que vendría mas adelante…luego, disfrutando del silencio y por supuesto mi cigarro, de pronto siento una voz fuerte y tono intimidatorio que me dice: ¡Nano!, prepárale una leche a Nachito…y pienso: “sabía que era demasiado bueno para que durara mas de 5 minutos”…, obviamente era la voz de mi esposa, ordenándome que le preparara una mamadera a mi hijo menor, un adicto lácteo; hay que ver como come un niño de tres años en estos días…
Apago el cigarro rápidamente, y me dirijo raudo a la cocina a elaborar la mentada leche.

Luego de terminada mi tarea como “niñera”, vuelvo al patio trasero a buscar la mitad que dejé del cigarrillo, pero veo el piso y me doy cuenta que el pisotón que le di para apagarlo fue muy fuerte, y quedó hecho mierda; solución, enciendo otro a escondidas, porque ahora el problema es que si me ve mi señora, viene el discurso y reprimenda sobre lo mucho que fumo, y toda la parafernalia de salud y vida sana…así que cierro la puerta que da al patio por mi lado. Es increíble lo que debo hacer para disfrutar el único vicio que tengo y me puedo dar…ya no recuerdo cuando dejé de ser yo, para transformarme en ayudante, asistente, y Papá mantenedor; no es que no me guste, pero añoro los días de paseo, y conversaciones interminables de cómo mejorar el Mundo, con mis amigos…ha pasado bastante tiempo; cuando me casé mi Señora era una Diosa, ahora es una Odiosa…bueno que se le va hacer, nos unimos para formar una familia…los hijos son el ahora.
Vuelvo a intentar recordar y rememorar el momento anterior, para disfrutar otros 5 minutos más con mi cigarro…
Apoyado contra la puerta…percibo un gemido, o por lo menos pienso que es un gemido, trato de parar mas la oreja y descifrar lo que reciben mis oídos, pero el sonido se fue…no han pasado ni dos minutos, y lo vuelvo a escuchar…comienzo a dar vueltas en mi lugar para percibir de donde viene, y lo vuelvo a sentir, pero esta vez mucho mas claro, eran como lloriqueos, sollozos que van en aumento, levemente, pero en aumento… y me digo: “Parecen quejidos de mujer…o de niño”; pero definitivamente no son de hombre… estaba en mi análisis, cuando escucho nítidamente un llanto, y que al final con una voz delgada y fina decía: “Ayúdenme por favor”, sólo eso bastó para que yo supiera de donde venía la súplica, era del patio trasero de la casa de mis vecinos; casi sin pensarlo, tiro el cigarro al piso y trepé por el muro que separaba nuestras casa…, y al asomarme observé el cuadro mas sobrecogedor que me ha tocado ver…

Lo que observé me tocó muy profundo y me hizo meditar después, sobre el valor que le dan los niños a ciertas cosas que muchas veces los adultos no damos importancia…

Estando sobre el muro vi a Joaquín, el hijo mas pequeño de mis vecinos, un mozuelo de la edad de mi hijo Bastián…él estaba de rodillas llorando desconsolado, en sus brazos tenía a su perro; un diminuto can de raza Maltés o algo parecido. Luego cuando estaba sobre el muro, el niño se volteó a mirarme, sus ojos estaban enrojecidos, su cara trasmitía una pena inconsolable, movió una de sus manos y me hizo un ademán como para que me acercara, cosa que hice…así salté el muro y me acerqué a ver lo que le pasaba al perro, pensé que estaba herido o muerto, por la cara que tenía Joaquín, pero para mi sorpresa el perro estaba con sus ojos bien abiertos, y a mi parecer, igualmente sorprendido por la situación, pues lo único que atinaba a hacer, era dar lengüetazos en la cara del pequeño…
Por la escena que estaba viendo, le pregunté que le pasaba, y por qué estaba llorando; él me dijo: Es que no quiero que se muera “Vito” (el perro)…yo le traté de decir que eso era algo natural y que debía disfrutar de su perro los años que le quedan; él me respondió que no le quedaban mas años de vida…pero cómo tú puedes saber eso, sólo Dios sabe cuanto nos queda por vivir… a lo cual me finalizó diciéndome: “Hoy en la mañana en clases de Naturaleza, la profesora nos dijo que los perritos vivían hasta los 8 años, y Vito cumple 8 años la semana que viene”.

FIN