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Estabas llorando por la discusión de la madrugada.
Pero tenÃÂ*as otro rostro, con tus lágrimas teñidas de extracto de nogal de tu delineador de ojos. Se me confundÃÂ*a la realidad con la fantasÃÂ*a del sueño, y volviste a cambiar de rostro, esta vez era el tuyo.
En el sueño eras más voluptuosa, no me gustaba, pues amo tu delgadez; pero me calentaba. De la realidad recordaba las piscolas y aceitunas de la juerga, mis ojeras y olor a tabaco y tu ropa desarreglada. En el sueño estabas desnuda y no recordaba el motivo del conflicto.
Te querÃÂ*a tocar, pero no tenÃÂ*a las fuerzas, de modo que el escenario cambio, y ya no estábamos en el Pub, sino que en el campo. Aproveché el pasto como si se tratara de la mejor de las sábana, te recosté y yo a tu lado. BebÃÂ* tus lágrimas hasta besarte los párpados, toqué tu vientre hasta imaginar que ahÃÂ* habitaba nuestro hijo… Flora o Manuel, que es como quisiéramos ponerle en la realidad.
Dibujé olas en tu piel, hasta que el mar se tranquilizó. Con la huella blanca de mi ÃÂ*ndice que apenas dura segundos en tu piel canela, escribÃÂ* lo que no me atrevÃÂ*a a decirte. Tu respirabas más agitada, yo francamente estaba que acababa. Te besé el cuello, te lo mordÃÂ* suavemente… Hasta que giraste rápidamente la cabeza y me diste un beso furioso, de esos en que por torpeza chocan los dientes, pero inmediatamente con nuestra lenguas solucionamos todo.
Acaricié tu entrepierna como sé que te gusta, despacio pero con seguridad, con las uñas bien cortitas y yemas bañadas en saliva… Te cargan las cremas, a mÃÂ* también. El calor de tu entrepierna llegó a mi palma… Tú con la mano, me pellizcabas como también sabes que me gusta, el glande. Dibujabas cÃÂ*rculos a su alrededor.
Te pusiste de costado y paraste la colita, yo me entretenÃÂ*a con tu espalda y mis dos manos en tus muslos te aprisionaban contra mi sexo, tú sabÃÂ*as que tarde o temprano iba a entrar. Toqué tus senos, nunca en el pezón, pues sabemos que es mucho mejor ir directamente con los labios.
Te abracé fuerte y te doble, te penetré con mucha fuerza, tú te dejabas y me besabas. En el sueño me pediste que acabara en tu boca… En la realidad sabemos que te da un poco de asco. Pero era mi sueño, y en él, hago lo que quiero.
Cuando desperté no estabas a mi lado, me bañé y me vestÃÂ* aun con caña. Te fui a buscar a la casa, a las 6 de la mañana, tu sabes que le temo al barrio que nos separa… Te desperté y te pedÃÂ* perdón y efectivamente tenÃÂ*as una lágrima seca delatada por el lápiz. Te llevaba un desayuno que comimos a medias, te gustó la fruta, a mÃÂ* el huevo
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