Tus ojos fueron el puerto de mis deseos.
Sembrando silencios en el eco de tu boca, me fui vistiendo de soledades llenas de tu risa y asÃÂ* anduve siempre buscando.
Eternizaba tu nombre cada noche en lo más prohibido de mis ansias y te recostabas en el hueco que quedaba entre mi sueños y mi alma.
Qué es lo que no hubiese dejado por tu amor, si hasta mi pasado entero y mi futuro incierto lo dejé a tu criterio...
Hubiese dejado todo, menos a ti.
El dÃÂ*a que me quisiste, no hubo sol ni luna...
Mis ojos no se perdieron en los tuyos, pues ellos al fin descansaron en mÃÂ*.
El dÃÂ*a que me quisiste se desprometieron las promesas y no hubo que inventar esquinas donde los besos crezcan.
Tan eterno como efÃÂ*mero fue sentirte mÃÂ*o, que aún palpita en mi sangre tu ley y mis manos llevan la lÃÂ*nea de tu vida ya perdida...
Perdida para este corazón, que de tanto correr para alcanzarte,
quedó latiendo en el asfalto de tu silencio.
El dÃÂ*a que me quieras, la primavera mentirá un verano, la noche se hará tarde muy temprano...
Tanto que enfermarán de otoño los inviernos.
Y mientras espero ese dÃÂ*a, sigo buscándote...
Hasta el dÃÂ*a que vuelvas a quererme.